CAPITULO
XXIII
LA
LEY GENERAL DE LA ACUMULACION CAPITALISTA
3.
Producción progresiva de una sobrepoblación relativa o ejército
industrial de reserva
El
modo de producción específicamente capitalista, el consiguiente
desarrollo de la fuerza pr oductiva del trabajo, el cambio que
ocasiona ese desarrollo en la composición orgánica del capital, no
sólo corren parejas con el progreso de la acumulación o el
incremento de la riqueza social. Avanzan con una rapidez
incomparablemente mayor, puesto que la acumulación simple o la
expansión absoluta del capital global van acompañadas por la
concentración de sus elementos individuales, y el trastocamiento
tecnológico del pluscapital por el trastocamiento tecnológico del
capital original. Al progresar la acumulación, pues, se altera la
relación que existe entre la parte constante del capital y la parte
variable.
Como
la demanda de trabajo no está determinada por el volumen del capital
global, sino por el de su parte constitutiva variable, ésta decrece
progresivamente a medida que se acrecienta el capital global. Al
incrementarse el capital global, en efecto, aumenta también su parte
constitutiva variable, o sea la fuerza de trabajo que se incorpora,
pero en proporción constantemente decreciente. Los intervalos en los
que la acumulación opera como mero ensanchamiento de la producción
sobre una base técnica dada, se acortan. Para absorber un número
adicional de obreros de una magnitud dada, o incluso a causa de la
metamorfosis constante del capital antiguo para mantener ocupados a
los que ya estaban en funciones, no sólo se requiere una
acumulación del capital global acelerada en progresión creciente;
esta acumulación y concentración crecientes, a su vez, se [784]
convierten en fuente de nuevos cambios en la composición del capital
o promueven la disminución nuevamente acelerada de su parte
constitutiva variable con respecto a la parte constante. Esa
disminución relativa de su parte constitutiva variable, acelerada
con el crecimiento del capital global y acelerada en proporción
mayor que el propio crecimiento de éste, aparece por otra parte, a
la inversa, como un incremento absoluto de la población obrera que
siempre es más rápido que el del capital variable o que el de los
medios que permiten ocupar a aquélla. La acumulación capitalista
produce de manera constante, antes bien, y precisamente en proporción
a su energía y a su volumen, una población obrera relativamente
excedentaria, esto es, excesiva para las necesidades medias de
valorización del capital y por tanto superflua.
La
población obrera, pues, con la acumulación del capital producida
por ella misma, produce en volumen creciente los medios que permiten
convertirla en relativamente supernumeraria. Es esta una ley de
población que [786] es peculiar al modo de producción capitalista.
Pero
si una sobrepoblación obrera es el producto necesario de la
acumulación o del desarrollo de la riqueza sobre una base
capitalista, esta sobrepoblación se convierte, a su vez, en palanca
de la acumulación capitalista, e incluso en condición de existencia
del modo capitalista de producción. Constituye un ejército
industrial de reserva a disposición del capital. Esa
sobrepoblación crea, para las variables necesidades de valorización
del capital, el material humano explotable y siempre disponible.
El
curso vital característico de la industria moderna, la forma de un
ciclo decenal interrumpido por oscilaciones menores de períodos de
animación media, producción a toda marcha, crisis y estancamiento,
se funda sobre la formación constante, sobre la absorción mayor o
menor y la reconstitución, del ejército industrial de reserva o
sobrepoblación. A su vez, las alternativas del ciclo industrial
reclutan la sobrepoblación y se convierten
en
uno de sus agentes de reproducción más activos. Este curso vital,
peculiar de la industria moderna y desconocido en todas las épocas
anteriores de la humanidad, era imposible también durante la
infancia de la producción capitalista. La composición del capital
sólo se modificaba muy gradualmente. Con la acumulación de éste
guardaba correspondencia, en líneas generales, un crecimiento
proporcional de la demanda de trabajo. Por lento que fuera el
progreso de esa acumulación, comparado con el de la época moderna,
dicho avance tropezaba con las barreras naturales de la población
obrera explotable, barreras que sólo era posible remover por los
[788] medios violentos que mencionaremos más adelante. La expansión
súbita e intermitente de la escala de producción es el supuesto de
su contracción súbita; esta última, a su vez, provoca la primera,
pero la primera es imposible si no existe el material humano
disponible, si en el número de los obreros no se produce un aumento
independiente del crecimiento absoluto de la población. Dicho
aumento se genera mediante el simple proceso que "libera"
constantemente una parte de los obreros, aplicando métodos que
reducen, en comparación con la producción acrecentada, el número
de los obreros ocupados. Toda la forma de movimiento de la industria
moderna deriva, pues, de la transformación constante de una parte de
la población obrera en brazos desocupados o semiocupados. La
superficialidad de la economía política se pone de manifiesto,
entre otras cosas, en el hecho de que convierte a la expansión y
contracción del crédito, mero síntoma de los períodos alternos
del ciclo industrial, en causa de éstos. Así como los cuerpos
celestes, una vez arrojados a un movimiento determinado, lo repiten
siempre, la producción social hace otro tanto no bien es lanzada a
ese movimiento de expansión y contracción alternadas. Los efectos,
a su vez, se convierten en causas, y las alternativas de todo el
proceso, que reproduce siempre sus propias condiciones, adoptan la
forma de la periodicidad. Una vez consolidada esta forma, hasta la
economía política comprende que producir una población
excedentaria relativa, esto es, excedentaria [789] respecto a la
necesidad media de valorización del capital, es una condición vital
de la industria moderna.
A
la producción capitalista no le basta, de ninguna manera, la
cantidad de fuerza de trabajo disponible que le suministra el
incremento natural de la población. Para poder desenvolverse
libremente, requiere un ejército industrial de reserva que no
dependa de esa barrera natural.
Aaunque
el número de los obreros de que dispone no varíe, e incluso aunque
disminuya, el capital variable se acrecienta cuando el obrero
individual suministra más trabajo y cuando, por tanto, aumenta su
salario aunque el precio del trabajo no varíe, o incluso si este
precio disminuye pero más lentamente de lo que aumenta la masa de
trabajo. El incremento del capital variable se convierte entonces en
un índice de más trabajo, pero no de [791] más obreros ocupados.
A
medida que progresa la acumulación, un capital variable mayor
moviliza más trabajo sin necesidad de contratar más obreros; de
otra parte, capital variable de la misma magnitud pone en movimiento
más trabajo con la misma masa de fuerza de trabajo, y por último,
pone en acción más fuerzas de trabajo inferiores mediante el
desplazamiento de las superiores.
En
la medida en que crece la fuerza productiva del trabajo, el capital
incrementa más rápidamente su oferta de trabajo que su demanda de
obreros. El trabajo excesivo de la parte ocupada de la clase obrera
engruesa las filas de su reserva, y, a la inversa, la presión
redoblada que esta última, con su competencia, ejerce sobre el
sector ocupado de la clase obrera, obliga a éste a trabajar
excesivamente y a someterse a los dictados del capital. La condena de
una parte de la clase obrera al ocio forzoso mediante el exceso de
trabajo impuesto a la otra parte, y viceversa, se convierte en medio
de enriquecimiento del capitalista singular y, a la vez, acelera la
producción del ejército industrial de reserva en una escala acorde
con el progreso de la acumulación social.
Los
movimientos generales del salario están regulados exclusivamente por
la expansión y contracción del ejército industrial de reserva, las
cuales se rigen, a su vez, por la alternación de períodos que se
opera en el ciclo industrial.
Durante
los períodos de estancamiento y de prosperidad media, el ejército
industrial de reserva o sobrepoblación relativa ejerce presión
sobre el ejército obrero activo, y pone coto a sus exigencias
durante los períodos de sobreproducción y de paroxismo. La
sobrepoblación relativa, pues, es el trasfondo sobre el que se mueve
la ley de la oferta y la demanda de trabajo. Comprime el campo de
acción de esta ley dentro de los límites que convienen de manera
absoluta al ansia de explotación y el afán de poder del capital.
El
mecanismo de la producción capitalista vela para que el incremento
absoluto de capital no se vea acompañado de un aumento consecutivo
en la demanda general de trabajo.
Si
por un lado su acumulación aumenta la demanda de trabajo, por el
otro acrecienta la oferta de obreros mediante su "puesta en
libertad", mientras que a la vez [797] la presión de los
desocupados obliga a los ocupados a poner en movimiento más trabajo,
haciendo así, por ende, que hasta cierto punto la oferta de trabajo
sea independiente de la oferta de obreros. El movimiento de la ley de
la oferta y la demanda de trabajo completa, sobre esta base, el
despotismo del capital.
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