miércoles, 24 de julio de 2013

Resumen MARX - EL CAPITAL Capitulo XIII

CAPITULO XXIII
LA LEY GENERAL DE LA ACUMULACION CAPITALISTA
3. Producción progresiva de una sobrepoblación relativa o ejército industrial de reserva


El modo de producción específicamente capitalista, el consiguiente desarrollo de la fuerza pr oductiva del trabajo, el cambio que ocasiona ese desarrollo en la composición orgánica del capital, no sólo corren parejas con el progreso de la acumulación o el incremento de la riqueza social. Avanzan con una rapidez incomparablemente mayor, puesto que la acumulación simple o la expansión absoluta del capital global van acompañadas por la concentración de sus elementos individuales, y el trastocamiento tecnológico del pluscapital por el trastocamiento tecnológico del capital original. Al progresar la acumulación, pues, se altera la relación que existe entre la parte constante del capital y la parte variable.
Como la demanda de trabajo no está determinada por el volumen del capital global, sino por el de su parte constitutiva variable, ésta decrece progresivamente a medida que se acrecienta el capital global. Al incrementarse el capital global, en efecto, aumenta también su parte constitutiva variable, o sea la fuerza de trabajo que se incorpora, pero en proporción constantemente decreciente. Los intervalos en los que la acumulación opera como mero ensanchamiento de la producción sobre una base técnica dada, se acortan. Para absorber un número adicional de obreros de una magnitud dada, o incluso a causa de la metamorfosis constante del capital antiguo para mantener ocupados a los que ya estaban en funciones, no sólo se requiere una acumulación del capital global acelerada en progresión creciente; esta acumulación y concentración crecientes, a su vez, se [784] convierten en fuente de nuevos cambios en la composición del capital o promueven la disminución nuevamente acelerada de su parte constitutiva variable con respecto a la parte constante. Esa disminución relativa de su parte constitutiva variable, acelerada con el crecimiento del capital global y acelerada en proporción mayor que el propio crecimiento de éste, aparece por otra parte, a la inversa, como un incremento absoluto de la población obrera que siempre es más rápido que el del capital variable o que el de los medios que permiten ocupar a aquélla. La acumulación capitalista produce de manera constante, antes bien, y precisamente en proporción a su energía y a su volumen, una población obrera relativamente excedentaria, esto es, excesiva para las necesidades medias de valorización del capital y por tanto superflua.
La población obrera, pues, con la acumulación del capital producida por ella misma, produce en volumen creciente los medios que permiten convertirla en relativamente supernumeraria. Es esta una ley de población que [786] es peculiar al modo de producción capitalista.
Pero si una sobrepoblación obrera es el producto necesario de la acumulación o del desarrollo de la riqueza sobre una base capitalista, esta sobrepoblación se convierte, a su vez, en palanca de la acumulación capitalista, e incluso en condición de existencia del modo capitalista de producción. Constituye un ejército industrial de reserva a disposición del capital. Esa sobrepoblación crea, para las variables necesidades de valorización del capital, el material humano explotable y siempre disponible.
El curso vital característico de la industria moderna, la forma de un ciclo decenal interrumpido por oscilaciones menores de períodos de animación media, producción a toda marcha, crisis y estancamiento, se funda sobre la formación constante, sobre la absorción mayor o menor y la reconstitución, del ejército industrial de reserva o sobrepoblación. A su vez, las alternativas del ciclo industrial reclutan la sobrepoblación y se convierten
en uno de sus agentes de reproducción más activos. Este curso vital, peculiar de la industria moderna y desconocido en todas las épocas anteriores de la humanidad, era imposible también durante la infancia de la producción capitalista. La composición del capital sólo se modificaba muy gradualmente. Con la acumulación de éste guardaba correspondencia, en líneas generales, un crecimiento proporcional de la demanda de trabajo. Por lento que fuera el progreso de esa acumulación, comparado con el de la época moderna, dicho avance tropezaba con las barreras naturales de la población obrera explotable, barreras que sólo era posible remover por los [788] medios violentos que mencionaremos más adelante. La expansión súbita e intermitente de la escala de producción es el supuesto de su contracción súbita; esta última, a su vez, provoca la primera, pero la primera es imposible si no existe el material humano disponible, si en el número de los obreros no se produce un aumento independiente del crecimiento absoluto de la población. Dicho aumento se genera mediante el simple proceso que "libera" constantemente una parte de los obreros, aplicando métodos que reducen, en comparación con la producción acrecentada, el número de los obreros ocupados. Toda la forma de movimiento de la industria moderna deriva, pues, de la transformación constante de una parte de la población obrera en brazos desocupados o semiocupados. La superficialidad de la economía política se pone de manifiesto, entre otras cosas, en el hecho de que convierte a la expansión y contracción del crédito, mero síntoma de los períodos alternos del ciclo industrial, en causa de éstos. Así como los cuerpos celestes, una vez arrojados a un movimiento determinado, lo repiten siempre, la producción social hace otro tanto no bien es lanzada a ese movimiento de expansión y contracción alternadas. Los efectos, a su vez, se convierten en causas, y las alternativas de todo el proceso, que reproduce siempre sus propias condiciones, adoptan la forma de la periodicidad. Una vez consolidada esta forma, hasta la economía política comprende que producir una población excedentaria relativa, esto es, excedentaria [789] respecto a la necesidad media de valorización del capital, es una condición vital de la industria moderna.
A la producción capitalista no le basta, de ninguna manera, la cantidad de fuerza de trabajo disponible que le suministra el incremento natural de la población. Para poder desenvolverse libremente, requiere un ejército industrial de reserva que no dependa de esa barrera natural.
Aaunque el número de los obreros de que dispone no varíe, e incluso aunque disminuya, el capital variable se acrecienta cuando el obrero individual suministra más trabajo y cuando, por tanto, aumenta su salario aunque el precio del trabajo no varíe, o incluso si este precio disminuye pero más lentamente de lo que aumenta la masa de trabajo. El incremento del capital variable se convierte entonces en un índice de más trabajo, pero no de [791] más obreros ocupados.
A medida que progresa la acumulación, un capital variable mayor moviliza más trabajo sin necesidad de contratar más obreros; de otra parte, capital variable de la misma magnitud pone en movimiento más trabajo con la misma masa de fuerza de trabajo, y por último, pone en acción más fuerzas de trabajo inferiores mediante el desplazamiento de las superiores.
En la medida en que crece la fuerza productiva del trabajo, el capital incrementa más rápidamente su oferta de trabajo que su demanda de obreros. El trabajo excesivo de la parte ocupada de la clase obrera engruesa las filas de su reserva, y, a la inversa, la presión redoblada que esta última, con su competencia, ejerce sobre el sector ocupado de la clase obrera, obliga a éste a trabajar excesivamente y a someterse a los dictados del capital. La condena de una parte de la clase obrera al ocio forzoso mediante el exceso de trabajo impuesto a la otra parte, y viceversa, se convierte en medio de enriquecimiento del capitalista singular y, a la vez, acelera la producción del ejército industrial de reserva en una escala acorde con el progreso de la acumulación social.
Los movimientos generales del salario están regulados exclusivamente por la expansión y contracción del ejército industrial de reserva, las cuales se rigen, a su vez, por la alternación de períodos que se opera en el ciclo industrial.
Durante los períodos de estancamiento y de prosperidad media, el ejército industrial de reserva o sobrepoblación relativa ejerce presión sobre el ejército obrero activo, y pone coto a sus exigencias durante los períodos de sobreproducción y de paroxismo. La sobrepoblación relativa, pues, es el trasfondo sobre el que se mueve la ley de la oferta y la demanda de trabajo. Comprime el campo de acción de esta ley dentro de los límites que convienen de manera absoluta al ansia de explotación y el afán de poder del capital.
El mecanismo de la producción capitalista vela para que el incremento absoluto de capital no se vea acompañado de un aumento consecutivo en la demanda general de trabajo.

Si por un lado su acumulación aumenta la demanda de trabajo, por el otro acrecienta la oferta de obreros mediante su "puesta en libertad", mientras que a la vez [797] la presión de los desocupados obliga a los ocupados a poner en movimiento más trabajo, haciendo así, por ende, que hasta cierto punto la oferta de trabajo sea independiente de la oferta de obreros. El movimiento de la ley de la oferta y la demanda de trabajo completa, sobre esta base, el despotismo del capital.

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