CAPITULO
XII
DIVISION
DEL TRABAJO Y MANUFACTURA
1.
Doble origen de la manufactura
La
cooperación fundada en la división del trabajo asume su figura
clásica en la manufactura. En cuanto forma característica del
proceso capitalista de producción, predomina durante el período
manufacturero propiamente dicho, el cual dura, en líneas muy
generales, desde mediados del siglo XVI hasta el último tercio del
XVIII.
La
manufactura surge de dos maneras.
La
primera consiste en reunir en un taller, bajo el mando del mismo
capitalista, a trabajadores pertenecientes a oficios artesanales
diversos e independientes, por cuyas manos tiene que pasar un
producto hasta su terminación definitiva. Combinación de diversos
oficios artesanales bajo el mando del mismo capital.
Pero
la manufactura se origina, también, siguiendo un camino inverso.
Muchos artesanos que producen lo mismo o algo similar, son utilizados
simultáneamente por el mismo capital en el mismo taller. Estamos
ante la cooperación en su forma más simple. Cada uno de esos
artesanos (con la ayuda tal vez de uno o dos oficiales) hace la
mercancía íntegra y, por tanto, ejecuta sucesivamente las diversas
operaciones requeridas para su producción. Trabaja a su [411] vieja
manera artesanal. Con todo, circunstancias exteriores pronto dan
motivo a que se utilice de otro modo. La mercancía, antes producto
individual de un artesano independiente que hacía cosas muy
diversas, se convierte ahora en el producto social de una asociación
de artesanos, cada uno de los cuales ejecuta constantemente sólo una
operación, siempre la misma.
El
modoe n que se origina la manufactura, su formación a partir del
artesanado presenta un carácter dual. Surge aquélla, por una parte,
de la combinación de oficios artesanales autónomos, de índole
diversa, que pierden su autonomía y se vuelven unilaterales hasta el
punto de no constituir más que operaciones parciales, mutuamente
complementarias, en el proceso de producción de una y la misma
mercancía. La manufactura se inicia, por otro lado, a partir de la
cooperación de artesanos del mismo oficio, disgrega el mismo oficio
individual en sus [412] diversas operaciones particulares y las aísla
y autonomiza hasta el punto en que cada una de las mismas se vuelve
función exclusiva de un obrero en particular.
Compuesta
o simple, la operación sigue siendo artesanal, y por tanto
dependiente del vigor, habilidad, rapidez y seguridad del obrero
individual en el manejo de su instrumento. La destreza artesanal
continúa siendo la base del proceso de producción, cada obrero
queda ligado exclusivamente a una función parcial. esa división del
trabajo constituye un tipo particular de la cooperación, y
varias de sus ventajas derivan de la esencia general de la
cooperación, y no de esa forma particular de la misma.
2.
El obrero parcial y su herramienta
El
obrero colectivo, [413] combinado, que constituye el mecanismo vivo
de la manufactura, se compone tan sólo de esos obreros parciales y
unilaterales. En comparación con la artesanía independiente, pues,
se produce más en menos tiempo, esto es, se acrecienta la fuerza
productiva del trabajo. Asimismo, una vez que el trabajo parcial se
ha vuelto autónomo convirtiéndose en función exclusiva de una
persona, su método se perfecciona. La repetición continua de la
misma actividad limitada y la concentración de la atención en dicha
actividad enseñan empíricamente a alcanzar con el empleo mínimo de
fuerzas el efecto útil propuesto. Pero como las diversas
generaciones de trabajadores conviven siempre y cooperan al mismo
tiempo en las mismas manufacturas, los secretos técnicos del oficio,
adquiridos de esa suerte, pronto se afianzan, acumulan y trasmiten.
La
productividad acrecentada obedece aquí [415] o a un gasto creciente
de fuerza de trabajo en un espacio dado de tiempo –intensidad
creciente del trabajo, pues– o a una disminución del consumo
improductivo de fuerza de trabajo.
La
productividad del trabajo no sólo depende del virtuosismo del
trabajador, sino además de la perfección de sus herramientas. La
diferenciación de los instrumentos de trabajo, en virtud de la cual
instrumentos de la misma clase adquieren formas fijas especiales para
cada aplicación útil particular, y su especialización, merced a la
cual cada uno de tales instrumentos especiales sólo opera con toda
eficacia en las manos de un obrero parcial específico, son rasgos
característicos de la manufactura. El período manufacturero
simplifica, mejora y multiplica las herramientas de trabajo,
adaptándolas a las funciones especiales y exclusivas de los obreros
parciales. [416] Crea con ello, a la vez, una de las condiciones
materiales para la existencia de la maquinaria, que consiste en
una combinación de instrumentos simples.
3.
Las dos formas fundamentales de la manufactura:
manufactura
heterogénea y manufactura orgánica
La
organización de la manufactura presenta dos formas fundamentales.
Este carácter dual dimana de la naturaleza misma del artículo
producido. O se lo forma mediante el ensamblamiento puramente
mecánico de productos parciales independientes, o debe su figura
acabada a una secuencia de procesos y manipulaciones
interrelacionados.
Los
trabajos parciales bien pueden practicarse, a su vez, como oficios
artesanales mutuamente independientes; o la cooperación directa de
los obreros parciales bajo el mando de un capital. La empresa
manufacturera combinada sólo es lucrativa aquí cuando se dan
condiciones excepcionales, ya que la competencia entre los [418]
obreros que han de trabajar en sus domicilios es la máxima, el
fraccionamiento de la producción en una masa de procesos
heterogéneos deja poco lugar al empleo de medios de trabajo
colectivos, y el capitalista, en el caso de la fabricación
dispersa, ahorra la inversión que demandan los edificios fabriles.
El
segundo tipo de manufactura, su forma consumada produce obras que
recorren fases de desarrollo interrelacionadas, una secuencia de
procesos consecutivos.
Como
tal manufactura combina oficios artesanales originariamente
dispersos, reduce la separación espacial entre las fases
particulares de producción del artículo. Disminuye el tiempo de su
pasaje de un estadio al otro, y otro tanto [419] ocurre con el
trabajo mediante el cual se efectúan esas transiciones. De esta
suerte se gana fuerza productiva, en comparación con la artesanía,
y esa ganancia deriva precisamente del carácter cooperativo general
de la manufactura. Por otra parte, su peculiar principio de la
división del trabajo implica un aislamiento de las diversas fases de
producción, las cuales, en cuanto otros tantos trabajos parciales de
índole artesanal, mantienen su independencia recíproca. Para
establecer y conservar el nexo entre las funciones aisladas, se
vuelve imprescindible transportar continuamente el artículo de unas
manos a otras y de un proceso a otro. Desde el punto de vista de la
gran industria, se presenta esto como una limitación característica,
costosa e inmanente al principio de la manufactura.
Se
determina por la experiencia el tiempo de trabajo necesario en cada
proceso parcial para obtener el efecto útil deseado, y el mecanismo
total de la manufactura se funda en el supuesto de que en un tiempo
de trabajo dado se alcanzará un resultado dado. Sólo en este
supuesto pueden seguir su curso ininterrumpida y simultáneamente y
yuxtapuestos en el espacio los diversos procesos de trabajo que se
complementan entre sí. Es evidente que esta interdependencia directa
de los trabajos, y por tanto de los obreros, obliga a cada individuo
a no emplear para su función más que el tiempo necesario, con lo
cual se genera una continuidad, uniformidad, regularidad, orden y
sobre todo una intensidad en el trabajo.
En
la producción de mercancías en general el hecho de que en una
mercancía no se emplee más tiempo de trabajo que el socialmente
necesario para su fabricación, presenta como norma exterior impuesta
por la competencia y se presenta así porque, expresándolo de un
modo superficial, todo productor individual se ve obligado a vender
la mercancía a su precio de mercado. En la manufacturas [421] por el
contrario, el suministro de una cantidad dada de productos en un
espacio dado de tiempo, se convierte en ley técnica del proceso de
producción mismo.
La
manufactura, por último, así como en parte surge de la combinación
de diversos oficios artesanales, puede transformarse en combinación
de diversas manufacturas. Las diversas manufacturas combinadas
constituyen entonces departamentos de una manufactura global, más o
menos separados en el espacio, y a la vez procesos de producción
recíprocamente independientes, cada uno con su propia división del
trabajo.
El
período manufacturero, que no tarda en proclamar como principio
consciente la reducción del tiempo de trabajo necesario para la
producción de mercancías, [424] esporádicamente desarrolla también
el uso de máquinas.
La
maquinaria específica del período manufacturero sigue siendo el
obrero colectivo mismo, formado por la combinación de muchos obreros
parciales. Las diversa operaciones que el productor de una mercancía
ejecuta alternativamente, y que se entrelazan en la totalidad de su
proceso de trabajo, le plantean exigencias diferentes. En una de
aquéllas debe emplear más fuerza, en la otra más destreza, en la
tercera más atención intelectual, etc., y el mismo [425] individuo
no posee estas cualidades en grado igual.
Como
las diversas funciones del obrero colectivo son más simples o más
complejas, más elementales o más elevadas, sus órganos las fuerzas
de trabajo individuales requieren un grado de adiestramiento muy
diferente y poseen por ende valores muy dispares. La manufactura,
pues, desarrolla una jerarquía de las fuerzas de trabajo, a la que
corresponde una escala de salarios.
La
manufactura, por último, así como en parte surge de la combinación
de diversos oficios artesanales, puede transformarse en combinación
de diversas manufacturas. Junto a la gradación jerárquica entra en
escena la simple separación de los obreros en calificados y no
calificados. En el caso de los últimos los costos de aprendizaje
desaparecen totalmente; en el de los primeros se reducen, si se los
compara con el artesano, porque se ha simplificado la función. Y en
ambos casos disminuye valor de la fuerza de trabajo. La
desvalorización relativa de la fuerza [427] de trabajo a causa de la
supresión o mengua de los costos de aprendizaje, implica
directamente una mayor valorización del capital, pues todo lo que
reduce el tiempo necesario para la reproducción de la fuerza de
trabajo expande los dominios del plustrabajo.
4.
División del trabajo dentro de la manufactura
y
división del trabajo dentro de la sociedad
Si
nos atenemos únicamente al trabajo mismo, se puede denominar
división del trabajo en general al desdoblamiento de la producción
social en sus grandes géneros, como agricultura, industria, etc.,
división del trabajo en particular, al desglosamiento de esos
géneros de la producción en especies y subespecies; y división del
trabajo en singular, a la que se opera dentro de un mismo taller.
Al
igual que la división del trabajo dentro de la manufactura, la
división del trabajo dentro de la sociedad y la consiguiente
reclusión de los individuos en órbitas [428] profesionales
particulares tienen su origen en puntos de partida contrapuestos.
Dentro de una familia, y luego de desarrollo posterior dentro de una
tribu, surge una división natural del trabajo a partir de las
diferencias de sexo y edad, o sea sobre una base estrictamente
fisiológica. Con la expansión de la entidad comunitaria, el aumento
de la población y, particularmente, el conflicto entre las diversas
tribus y el sometimiento de una tribu por otra, dicha división
natural del trabajo amplía sus materiales. Por otra parte, como
hemos observado ya, el intercambio de productos surge en los puntos
en que diversas familias, tribus, entidades comunitarias entran en
contacto, puesto que en los albores de la civilización no son
personas particulares, sino las familias, tribus, etc., las que se
enfrentan de manera autónoma. Diversas entidades comunitarias
encuentran distintos medios de producción y diferentes medios de
subsistencia en su entorno natural. Difieren, por consiguiente, su
modo de producción, modo de vida y productos. Es esta diversidad, de
origen natural, la que en el contacto de las entidades comunitarias
genera el intercambio de los productos respectivos y, por ende, la
transformación paulatina de esos productos en mercancías. El
intercambio no crea la diferencia entre las esferas de producción,
sino que relaciona entre sí las esferas distintas y las transforma
de esa suerte en ramos, más o menos interdependientes, de una
producción social global. La división social del trabajo surge aquí
por el intercambio entre esferas de producción en un principio
diferentes pero independientes unas de otras. Allí donde la división
fisiológica del trabajo constituye el punto de partida, los órganos
particulares de un todo directamente conexo se dislocan unos de
otros, se disocian proceso de disociación al que el intercambio de
mercancías con entidades comunitarias extrañas da el impulso
principal [429] y se independizan hasta un punto en que es el
intercambio de los productos como mercancías lo que media la
conexión entre los diversos trabajos.
La
base de toda división del trabajo desarrollada, mediada por el
intercambio de mercancías, es la separación entre la ciudad y el
campo.
La
división manufacturera del trabajo requiere que la división del
trabajo dentro de la sociedad haya alcanzado ya cierto grado de
madurez y desarrollo. Y viceversa: la división manufacturera del
trabajo reactúa, desarrollándola y mulplicándola, sobre esa
división social del trabajo.
¿Qué
caracteriza, por el contrario, la división manufacturera del
trabajo? Que el obrero parcial no produce mercancía alguna. Sólo el
producto colectivo de los obreros parciales se transforma en
mercancía. La [433] división del trabajo en el interior de la
sociedad está mediada por la compra y la venta de los productos de
diversos ramos del trabajo, la interconexión de los trabajos
parciales en la manufactura, a su vez, por la venta de diversas
fuerzas de trabajo al mismo capitalista, que las emplea como fuerza
de trabajo combinada. La división manufacturera del trabajo supone
la concentración de los medios de producción en las manos de un
capitalista, la división social del trabajo, el fraccionamiento de
los medios de producción entre muchos productores de mercancías,
independientes unos de otros.
La
división manufacturera del trabajo supone la autoridad incondicional
del capitalista sobre hombres reducidos a meros miembros de un
mecanismo colectivo, propiedad de aquél; la división social del
trabajo contrapone a productores independientes de mercancías que no
reconocen más autoridad [434] que la de la competencia.
Si
las circunstancias externas provocaban una división progresiva del
trabajo, los gremios existentes se escindían en subgéneros, o
nuevos gremios se agregaban a los antiguos, pero sin que diversos
oficios artesanales se combinaran en el mismo taller. La organización
gremial excluye pues la división manufacturera del trabajo, por más
que entre las condiciones materiales de existencia del período
manufacturero se cuenten la especialización, aislamiento y
perfeccionamiento de las industrias propios de aquella organización.
Los obreros, en líneas generales, quedaban tan ligados a sus medios
de producción como el caracol a su concha, con lo cual faltaba el
fundamento primero de la manufactura, la autonomización de los
medios de producción, en cuanto capital, frente al obrero.
Mientras
que la división del trabajo dentro de la sociedad en su conjunto, se
encuentre o no mediada esa división por el intercambio de
mercancías, es común a las formaciones económico-sociales más
diversas, la división manufacturera del trabajo configura una
creación plenamente específica del modo capitalista de producción.
5.
El carácter capitalista de la manufactura
Un
número relativamente grande de obreros puestos bajo el mando del
mismo capital; tal es el punto de partida natural, tanto de la
cooperación en general como de la manufactura. Un número
relativamente grande de obreros puestos bajo el mando del mismo
capital; tal es el punto de partida natural, tanto de la cooperación
en general como de la manufactura. Y viceversa, la división
manufacturera del trabajo convierte en necesidad técnica el aumento
del número de obreros empleado. La división existente del trabajo
prescribe al capitalista individual el mínimo de obreros que debe
utilizar. De otra parte, las ventajas de una división ulterior están
condicionadas por el aumento ulterior del número de obreros, lo que
sólo se puede hacer por múltiplos. Pero con la parte variable debe
aumentar también la parte constante del capital. La masa de materias
primas consumida en un tiempo dado por una cantidad dada de trabajo,
aumenta en la misma proporción en que, a causa de su división, se
acrecienta la fuerza productiva del trabajo. El aumento progresivo
del mínimo de capital en manos del capitalista individual, o la
transformación progresiva de los medios de subsistencia y medios de
producción sociales en capital es, pues, una ley que surge de las
características técnicas propias de la manufactura.
El
mecanismo social de la producción, compuesto por los numerosos
obreros parciales, pertenece al capitalista. Por ende, la fuerza
productiva resultante de la combinación de los trabajos se presenta
como fuerza productiva del capital. Si en un principio el obrero
vende su fuerza de trabajo al capital porque él carece de los medios
materiales para la producción de una mercancía, ahora es su propia
fuerza de trabajo individual la que se niega a prestar servicios si
no es vendida al capital. El obrero de la manufactura únicamente
desarrolla actividad productiva como accesorio del taller del
capitalista.
En
la manufactura el enriquecimiento del obrero colectivo y por ende del
capital en fuerza productiva social, se halla condicionado por el
empobrecimiento del obrero en fuerzas productivas individuales.
La
cooperación fundada en la división del trabajo, esto es, la
manufactura, es en sus inicios una formación debida a un proceso
natural. No bien su existencia adquiere cierta consistencia y
amplitud, se convierte en una forma consciente, planificada y
sistemática del modo capitalista de producción.
A
través del análisis de la actividad artesanal, de la conversión de
los instrumentos de trabajo en específicos, de la formación de los
obreros parciales y de su agrupamiento y combinación en un mecanismo
colectivo, la división manufacturera del trabajo genera la gradación
[444] cualitativa y la proporcionalidad cuantitativa de procesos
sociales de producción, o sea determinada organización del trabajo
social, y desarrolla así, a la vez, una nueva fuerza productiva
social del trabajo. La manufactura no es más que un método especial
de producir plusvalor relativo o de aumentar a expensas de los
obreros la autovalorización del capital, o sea lo que se denomina
riqueza social.
La
economía política, que como ciencia especial no surgió hasta el
período manufacturero, considera la división social del trabajo
únicamente desde el punto de vista de la división manufacturera del
trabajo , esto es, como medio para producir más mercancías con la
misma cantidad de trabajo, y por tanto para abaratar las mercancías
y acelerar la acumulación del capital. En antítesis radical con
este énfasis en la cantidad y en el valor de cambio, los escritores
de la Antigüedad clásica se atenían exclusivamente a la calidad y
al valor de uso.
Al
mismo tiempo, la manufactura no podía ni apoderarse de la producción
social en toda su amplitud, ni revolucionarla en profundidad.
Descollaba, como obra económica de artificio, sobre la amplia base
de las artesanías urbanas y de la industria domiciliaria rural. Al
alcanzar cierto grado de desarrollo, su propia y estrecha base
técnica entró en contradicción con las necesidades de producción
generadas por ella misma.
Una
de sus creaciones más logradas fue el taller para la producción de
los propios instrumentos de trabajo, y ante todo, también, de los
complejos aparatos mecánicos ya empleados entonces.
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