miércoles, 24 de julio de 2013

Dussel - Metaforas teológicas de Marx [RESUMEN]

CRÍTICA AL CARÁCTER FETICHISTA DEL CAPITAL

3.1. EL FETICHISMO COMO «ABSOLUTIZACIÓN» DE LO RELATIVO

Por cuanto algo es constituido como «absoluto», tenemos el problema ontológico (y religioso mundano, claro está) del fetichismo.

Para Marx, aquí «social» es una posición defectiva de la persona en la relación con otra persona, en la producción; es un carácter negativo, perverso, incorrecto.

En el capitalismo hay un tal tipo de relación productor-productor (relación de producción, en abstracto, o de productores, en concreto) que sólo alcanza la «socialidad» gracias al mercado. Este carácter «social» puede comprenderse, como pervertido, desde la relación comunitaria. Marx necesita, para explicar el carácter fetichista del valor, partir del carácter «social» del trabajo (opuesto al carácter «comunitario» del mismo ).

El «carácter» fetichista es un modo de ponerse el capital, y al mismo tiempo es un concepto (y lo que intentamos es el «desarrollo dialéctico del concepto de divinidad (fetichismo]»), una categoría interpretativa, y un mecanismo ideológico de ocultamiento (mecanismo cotidiano del capitalista o el obrero, y del economista científico capitalista).

El cáracter fetichista, por ser un modo del capital en totalidad, toca no sólo el capital en general, sino igualmente cada una de sus determinaciones (no sólo la mercancía o el dinero, sino igualmente el trabajo asalariado, el medio de producción y el producto), el capital en la producción y en la circulación, y por ello el plusvalor y la ganancia, pero igualmente en cada una de sus funciones: capital industrial, comercial o capital que rinde interés (siendo evidentemente este último el capital fetichizado por excelencia). Es decir, se trata de tener en cuenta la totalidad del discurso, y en cada momento veremos siempre la referencia de Marx a la cuestión del fetichismo.

3.2. CARÁCTER FETICHISTA DEL CAPITAL EN GENERAL

El «carácter fetichista» del capital se funda en la absolutización de lo relativo. De la absolutización, separación, autonomía, mistificación de uno de los términos de la relación. Al negarse o aniquilarse el primer término (A, por ejemplo, el trabajo vivo), el segundo término (B, por ejemplo, el valor) se totaliza, se clausura, se fetichiza.

La autoafirmación fetichista de la totalidad supone la negación, la aniquilación de la exterioridad, de lo-otro o del-otro que el capital.

a) Negación de la exterioridad.
Carácter «comunitario» o «social»
de la producción

Marx siempre parte de la exterioridad del trabajo vivo, del otro que el capital, supuesta cuya eliminación se puede fetichizar el capital. La fetichización necesita como condición la aniquilación del otro que el capital.

El tema de la exterioridad, como categoría radical desde donde la misma categoría de «totalidad» es
posible, es lo que permite a Marx mostrar cómo la negación del otro como otro, como dis-tinto (y no di-ferente en la totalidad del capital que lo ha subsumido ), como todavía en su posición de contradicción absoluta, es la condición de posibilidad de la fetichización (absolutización) de la totalidad, del capital afirmado sin relación a una exterioridad ( el otro término) que ha sido aniquilada.

RELACION "COMUNITARIA" EN1RE PERSONAS, ORIGEN SOCIAL DE TODO EL PRODUCTO

Desde la comunidad («asociación de hombres libres»), el producto es originariamente social (b). No necesita del intercambio o del mercado (ser «valor») para advenir social. Es social desde el acto creador mismo del productor en comunidad. El sujeto de trabajo, como individualidad plenamente realizada, es participante, con libertad y conciencia, de la comunidad.

El trabajo «social» es así perversión del trabajo «comunitario». y el producto mercancía es la perversión del producto inmediatamente social.

CARACTER SOCIAL DEL TRABAJO y DEL PRODUCTO-MERCANCIA DESDE PRODUCTORES PRIVATIZADOS

b) Absolutización del valor.
Constitución del fetiche

El trabajo «social» es la condición ontológica de posibilidad del fetichismo. Pero el fetichismo no es el trabajo social. El fetichismo es el mecanismo de absolutización del capital como tal 20, del valor en última instancia, porque el valor es la determinación pura y universal del capital.

Si es verdad que «el punto de partida del desarrollo [...] fue el sojuzgamiento del trabajador» -negación de la exterioridad-, la autoafirmación absolutizante del capital, como valor que se autovaloriza desde sí, por la pretensión de una autocreación de la nada, por emanación panteísta desde su propia esencia, es el fundamento ontológico del fetichismo: es la esencia del carácter fetichista del capital, del valor, y por ello de todas sus determinaciones (mercancías, dinero, etcétera).

DOBLE RELACION SOCIAL DE LA MERCANCIA COMO SOPORTE MATERIAL DEL VALOR: VALOR DE USO PRODUCIDO Y VALOR DE CAMBIO INTERCAMBIABLE

Subjetivamente, la negación de la relación productor-mercancía (trabajo vivo-valor) permite la absolutización del valor.

Pero, por otra parte, puede igualmente no tenerse en cuenta, objetivamente, la relación del produc-
to como mercancía en referencia a su realización: la mercancía es mercancía (no sólo porque es producto: rela ción productor-producto) porque es el soporte de un valor de cambio (es producida para el intercambio; la intercambiabilidad y posteriormente vendibilidad le es inherente a su esencia).

La «absolutización» del valor, entonces, es doble: por una parte, se oculta la «relación» con el trabajo vivo que lo produce o crea; y, por otra, se olvida la «relación» con el comprador posible. Sin comprador (sin intercambio real: sin realización en dinero), el valor de la mercancía se aniquila, y, por ello, tampoco el valor pertenece a la cosa misma (a la mesa), sino en tanto, al menos in potentia (dynámei, acostumbraba a escribir en griego Marx), es de hecho convertida en dinero.

Este absolutizar una «parte» (el capital) del «todo» (capital-trabajo) constituye la realidad del carácter fetichista.

«[...se] refleja ante los hombres el carácter social de su propio trabajo como caracteres objetivos inherentes a los productos del trabajo, como propiedades sociales naturales de dichas cosas, y, por ende, en que también refleja la relación social que media entre los productos y el trabajo global, como una relación social entre los objetos existente al margen de los productores» .

La «forma de mercancía» tiene un carácter fetichista en cuanto es la aparición fenoménica, la manifestación ( «forma» para Marx) de la autoposición del valor como esencia del capital que se autovaloriza. Pero es el carácter fetichista del capital lo que funda el carácter fetichista de la mercancía.

Este valor, como esencia última del capital, se torna un fetiche: hecho por la mano del hombre, ya que no es sino trabajo humano objetivado acumulado, que se ha tornado un Poder autónomo, autonomizado, que comienza a tener todos los atributos de un «dios»,: sujeto autocreador desde la nada, eterno, infinito en el espacio (destruyendo todas las barreras hasta llegar al mercado mundial), poder civilizador, fuente de libertad e igualdad, divinidad providente.

3.3. CARÁCTER FETICHISTA DE CADA DETERMINACIÓN DEL CAPITAL

a) Carácter fetichista de la mercancía

Como capital, la mercancía queda constituida en el carácter fetichista del capital como tal. Por ello, al aparecer en el mercado el capital como mercancía, el valor que ella tiene le es atribuido a la mercancía misma, como cosa autónoma, absoluta, sin relación con el capital, de la que forma parte, ni con el trabajo vivo que la produjo en las condiciones del trabajo social que la caracterizan como mercancía.

«La forma de mercancía, y la relación del valor entre los productos del trabajo en que dicha forma se representa, nada tiene que ver con la naturaleza física de los mismos [...] La forma fantasmagórica de una relación entre cosas es sólo la relación social determinada existente entre aquéllos (las personas) [...] A esto llamo el fetichismo que se adhiere a los productos del trabajo, no bien se los produce como mercancías, y que es inseparable de la producción mercantil».

«El carácter enigmático» de la forma de mercancía consiste, entonces, en que apareciendo en el «mundo de las mercancías» (nivel fenoménico por excelencia), como forma de manifestación del capital, el valor como mercancía, la existencia del valor en dicha cosa, es atribuible a la mercancía, o al capital, ya autonomizado de toda relación con el trabajo vivo y determinado por la forma social que adopta al ser subsumido por el mismo capital. Y esto porque la mercancía que aparece en el mercado (la «forma de mercancía» del capital) es capital; es uno de los modos de existencia del capital.

b) Carácter fetichista del dinero

«La forma del dinero es exterior a la cosa misma, y por tanto mera forma de manifestación de relaciones humanas ocultas detrás de ella». De otra manera, el dinero no es sino una mercancía cuyo valor de uso es el equivalente general de los valores de cambio de las demás mercancías. La «forma de dinero» del oro no es inherente a las cualidades físicas del oro, sino a una determinación histórico-social que lo constituye como dinero (o como la medida y equivalente general de todos los otros valores de cambio ). Pero el dinero (oro, por ejemplo) es la única mercancía que no debe «realizarse», en abstracto (es decir, venderse: convertirse en dinero), porque ya es dinero, y siendo el dinero la forma de manifestación más próxima al ser del capital, es aquella determinación o forma de capital que por naturaleza aparece como el fetiche en cuanto tal.

c) Fetichización del trabajo como trabajo asalariado

El trabajo vivo, entonces, se enfrenta al capital que es visto como un Poder en sí, como valor, y no como trabajo materializado. De manera que el trabajo vivo es dominado por el trabajo pasado objetivado sin necesidad de medio coactivo alguno. La subsunción del trabajo se realiza, primero formalmente por medio de la manufactura (donde el trabajo como trabajo guarda las características anteriores ), y posteriormente de manera real o material (por medio de la maquinaria misma).

El trabajo subsumido en el capital, el trabajo como capital, es ahora una forma de aparición del capital (siendo en realidad la propia fuente creadora del valor) y, por ello, «si el trabajo (vivo) se identifica con el trabajo asalariado» 44, el trabajo se ha fetichizado para el trabajador mismo; para él mismo es una mercancía.

Pero la fetichización de la capacidad o fuerza de trabajo es de naturaleza totalmente distinta que la de las otras determinaciones. Se produce cuando se «separa» o no se relaciona (se absolutiza) la capacidad o fuerza de trabajo con el trabajo vivo como tal. El propio trabajo vivo, en su uso, como fuerza de trabajo, produce su salario en el «tiempo necesario»; es decir, es la fuente del valor del salario y de la fuerza de trabajo, pero el mismo trabajador atribuye al dinero recibido como salario la fuente de su reproducción. Además, cree que la totalidad de su trabajo objetivado es igual al salario (confundiendo trabajo vivo con capacidad de trabajo o trabajo asalariado; o creyendo que el trabajo vivo tiene valor y no la sola capacidad o fuerza productiva), de donde la fetichización del valor es posible. La fetichización del trabajo ante los ojos del trabajador mismo es el constituyente subjetivo de la fetichización del valor, del capital como tal.

d) Carácter fetichista de los medios de producción

El monstruo, el fetiche, tiene vida procedente del trabajo vivo, pero, aun cuando muere, conserva la inmortalidad de su alma. Es el cuerpo de la máquina el que muere (su materialidad), pero su alma (el valor) transmigra (circula) aun en el caso del capital constante o fijo.

e) Fetichización del producto

En una forma social donde el trabajo tiene un carácter social, es decir, donde la socialidad del trabajo le viene otorgada por el hecho de que sus productos privados son sólo mercancías para un mercado (y el mercado otorga la socialidad al producto y al trabajador privado), el producto se fetichiza.

El producto pareciera poseer valor en sí mismo, como cosa, pero además, en el capital, el valor del producto parecería ser diverso al precio en el mercado del mismo producto. La ganancia o la diferencia entre el valor del precio de costo del producto y el valor expresado en dinero (precio final) en el mercado se produciría por la venta del producto por sobre su valor. Para ello habría que atribuir, por una parte, valor al producto como cosa autónoma, y constituir el mercado como causa de nuevo valor (fetichización de la circulación con respecto a la producción). La circulación crearía valor.

El producto tiene un valor: lo invertido en dinero en los medios de producción y en salarios, y el plusvalor creado en el tiempo de plustrabajo impago.

La fetichización del producto, entonces, consiste en creer que el precio de costo (lo gastado en dinero por el apital para producir el producto; para el capitalista, su valor) es igual al valor del producto (como sale de la fábrica), y de esta manera se «oscurece y mistifica [se fetichiza] por entero, y desde un principio el verdadero origen del plusvalor [...], el propio plusvalor aparece como surgiendo del capital global. La fetichización del trabajo asalariado produce la fetichización del producto y de la ganancia, y todo por la «desaparición» del plusvalor en la producción.

Si el producto fuera el fruto de un trabajo comunitario, sería transparente: producto de trabajo y para las necesidades humanas de los trabajadores en comunidad. No habría fetichización, ni plusvalor, ni plustrabajo. Y el objetivo sería trabajo consumido.

Si el producto, en cambio, es fruto de un trabajo social, se encuentra la misteriosa oscuridad del fetiche: producto de un trabajo privado y como mercancía (producto para el mercado) y por ello oculta el plustrabajo, y la ganancia pareciera ser una relación del «capital como relación consigo mismo». La fetichización del capital (del valor) funda la fetichización del producto. Pero la fetichización de éste pende de la fetichización de la circulación.

3.4. CARÁCTER FETICHISTA DE LA CIRCULACIÓN

«En la esfera de la circulación no (se) genera valor ni plusvalor».

El pretender que se genera valor (como ganancia) en la venta del producto (del pasaje de P a M, y de M a D: realización del producto/mercancía en dinero) es justamente haber fetichizado el valor y el producto, y por ello la mercancía, y el pensar que el capital genera valor al vender el producto/mercancía y al realizarlo en más dinero. Hay un nivel superficial fetichizado de la circulación, donde pareciera que se genera la ganancia (más valor desde el capital mismo), y se niega, se oculta el otro término de la relación: el proceso productivo, el nivel profundo.

El capital (el valor) oculta, retira de las miradas, lanza al proceso de producción, torna invisible el ámbito del trabajo mismo (en la manufactura, en la fábrica, en el trabajo capitalista de la tierra), lo torna no-fenómeno: escinde la producción (nivel profundo invisible) de la circulación (nivel superficial visible). La invisibilidad del origen, de la realidad y explicación de los fenómenos visibles permite la fetichización del valor (del capital): es el fundamento de dicho mecanismo ideológico. Por ello, el enigma, el misterio, la mistificación, la fetichización de todas las determinaciones del capital, y en especial de la ganancia, es posible porque se sitúa todo en el mero horizonte de la circulación. La fetichización de la circulación como horizonte ontológico desde donde se conoce todo lo que se presenta en el sistema capitalista es el origen del mecanismo de ideologización de la economía política capitalista. Esto lo vio claramente Lukács. Al ignorarse el proceso de producción (donde se crea el plusvalor), se absolutiza la circulación. La totalidad del capital y la circulación ha negado la exterioridad del trabajo vivo y la producción.

3.5. CARÁCTER DE FETICHIZACIÓN PROGRESIVA DEL PROCESO DE VALORIZACIÓN


El proceso de fetichización es progresivo. Hay menos fetichización en los niveles más profundos ( o menos supediciales) de la producción; hay más fetichización en los niveles más superficiales de la circulación.

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