CRÍTICA
AL CARÁCTER FETICHISTA DEL CAPITAL
3.1. EL
FETICHISMO COMO «ABSOLUTIZACIÓN» DE LO RELATIVO
Por cuanto
algo es constituido como «absoluto», tenemos el problema ontológico
(y religioso mundano, claro está) del fetichismo.
Para Marx,
aquí «social» es una posición defectiva de la persona en la
relación con otra persona, en la producción; es un carácter
negativo, perverso, incorrecto.
En el
capitalismo hay un tal tipo de relación productor-productor
(relación de producción, en abstracto, o de productores, en
concreto) que sólo alcanza la «socialidad» gracias al mercado.
Este carácter «social» puede comprenderse, como pervertido, desde
la relación comunitaria. Marx necesita, para explicar el carácter
fetichista del valor, partir del carácter «social» del trabajo
(opuesto al carácter «comunitario» del mismo ).
El
«carácter» fetichista es un modo de ponerse el capital, y al mismo
tiempo es un concepto (y lo que intentamos es el «desarrollo
dialéctico del concepto de divinidad (fetichismo]»), una categoría
interpretativa, y un mecanismo ideológico de ocultamiento (mecanismo
cotidiano del capitalista o el obrero, y del economista científico
capitalista).
El cáracter
fetichista, por ser un modo del capital en totalidad, toca no sólo
el capital en general, sino igualmente cada una de sus
determinaciones (no sólo la mercancía o el dinero, sino igualmente
el trabajo asalariado, el medio de producción y el producto), el
capital en la producción y en la circulación, y por ello el
plusvalor y la ganancia, pero igualmente en cada una de sus
funciones: capital industrial, comercial o capital que rinde interés
(siendo evidentemente este último el capital fetichizado por
excelencia). Es decir, se trata de tener en cuenta la totalidad del
discurso, y en cada momento veremos siempre la referencia de Marx a
la cuestión del fetichismo.
3.2.
CARÁCTER FETICHISTA DEL CAPITAL EN GENERAL
El «carácter
fetichista» del capital se funda en la absolutización de lo
relativo. De la absolutización, separación, autonomía,
mistificación de uno de los términos de la relación. Al negarse o
aniquilarse el primer término (A, por ejemplo, el trabajo vivo), el
segundo término (B, por ejemplo, el valor) se totaliza, se clausura,
se fetichiza.
La
autoafirmación fetichista de la totalidad supone la negación, la
aniquilación de la exterioridad, de lo-otro o del-otro que el
capital.
a)
Negación de la exterioridad.
Carácter
«comunitario» o «social»
de la
producción
Marx siempre
parte de la exterioridad del trabajo vivo, del otro que el capital,
supuesta cuya eliminación se puede fetichizar el capital. La
fetichización necesita como condición la aniquilación del otro que
el capital.
El tema de
la exterioridad, como categoría radical desde donde la misma
categoría de «totalidad» es
posible, es
lo que permite a Marx mostrar cómo la negación del otro como otro,
como dis-tinto (y no di-ferente en la totalidad del capital que lo ha
subsumido ), como todavía en su posición de contradicción
absoluta, es la condición de posibilidad de la fetichización
(absolutización) de la totalidad, del capital afirmado sin relación
a una exterioridad ( el otro término) que ha sido aniquilada.
RELACION
"COMUNITARIA" EN1RE PERSONAS, ORIGEN SOCIAL DE TODO EL
PRODUCTO
Desde la
comunidad («asociación de hombres libres»), el producto es
originariamente social (b). No necesita del intercambio o del mercado
(ser «valor») para advenir social. Es social desde el acto creador
mismo del productor en comunidad. El sujeto de trabajo, como
individualidad plenamente realizada, es participante, con libertad y
conciencia, de la comunidad.
El trabajo
«social» es así perversión del trabajo «comunitario». y el
producto mercancía es la perversión del producto inmediatamente
social.
CARACTER
SOCIAL DEL TRABAJO y DEL PRODUCTO-MERCANCIA DESDE PRODUCTORES
PRIVATIZADOS
b)
Absolutización del valor.
Constitución
del fetiche
El trabajo
«social» es la condición ontológica de posibilidad del
fetichismo. Pero el fetichismo no es el trabajo social. El fetichismo
es el mecanismo de absolutización del capital como tal 20, del valor
en última instancia, porque el valor es la determinación pura y
universal del capital.
Si es verdad
que «el punto de partida del desarrollo [...] fue el sojuzgamiento
del trabajador» -negación de la exterioridad-, la autoafirmación
absolutizante del capital, como valor que se autovaloriza desde sí,
por la pretensión de una autocreación de la nada, por emanación
panteísta desde su propia esencia, es el fundamento ontológico del
fetichismo: es la esencia del carácter fetichista del capital, del
valor, y por ello de todas sus determinaciones (mercancías, dinero,
etcétera).
DOBLE
RELACION SOCIAL DE LA MERCANCIA COMO SOPORTE MATERIAL DEL VALOR:
VALOR DE USO PRODUCIDO Y VALOR DE CAMBIO INTERCAMBIABLE
Subjetivamente,
la negación de la relación productor-mercancía (trabajo
vivo-valor) permite la absolutización del valor.
Pero, por
otra parte, puede igualmente no tenerse en cuenta, objetivamente, la
relación del produc-
to como
mercancía en referencia a su realización: la mercancía es
mercancía (no sólo porque es producto: rela ción
productor-producto) porque es el soporte de un valor de cambio (es
producida para el intercambio; la intercambiabilidad y posteriormente
vendibilidad le es inherente a su esencia).
La
«absolutización» del valor, entonces, es doble: por una parte, se
oculta la «relación» con el trabajo vivo que lo produce o crea; y,
por otra, se olvida la «relación» con el comprador posible. Sin
comprador (sin intercambio real: sin realización en dinero), el
valor de la mercancía se aniquila, y, por ello, tampoco el valor
pertenece a la cosa misma (a la mesa), sino en tanto, al menos in
potentia (dynámei, acostumbraba a escribir en griego Marx), es de
hecho convertida en dinero.
Este
absolutizar una «parte» (el capital) del «todo» (capital-trabajo)
constituye la realidad del carácter fetichista.
«[...se]
refleja ante los hombres el carácter social de su propio trabajo
como caracteres objetivos inherentes a los productos del trabajo,
como propiedades sociales naturales de dichas cosas, y, por ende, en
que también refleja la relación social que media entre los
productos y el trabajo global, como una relación social entre los
objetos existente al margen de los productores» .
La «forma
de mercancía» tiene un carácter fetichista en cuanto es la
aparición fenoménica, la manifestación ( «forma» para Marx) de
la autoposición del valor como esencia del capital que se
autovaloriza. Pero es el carácter fetichista del capital lo que
funda el carácter fetichista de la mercancía.
Este valor,
como esencia última del capital, se torna un fetiche: hecho por la
mano del hombre, ya que no es sino trabajo humano objetivado
acumulado, que se ha tornado un Poder autónomo, autonomizado, que
comienza a tener todos los atributos de un «dios»,: sujeto
autocreador desde la nada, eterno, infinito en el espacio
(destruyendo todas las barreras hasta llegar al mercado mundial),
poder civilizador, fuente de libertad e igualdad, divinidad
providente.
3.3.
CARÁCTER FETICHISTA DE CADA DETERMINACIÓN DEL CAPITAL
a)
Carácter fetichista de la mercancía
Como
capital, la mercancía queda constituida en el carácter fetichista
del capital como tal. Por ello, al aparecer en el mercado el capital
como mercancía, el valor que ella tiene le es atribuido a la
mercancía misma, como cosa autónoma, absoluta, sin relación con el
capital, de la que forma parte, ni con el trabajo vivo que la produjo
en las condiciones del trabajo social que la caracterizan como
mercancía.
«La
forma de mercancía, y la relación del valor entre los productos del
trabajo en que dicha forma se representa, nada tiene que ver con la
naturaleza física de los mismos [...] La forma fantasmagórica de
una relación entre cosas es sólo la relación social determinada
existente entre aquéllos (las personas) [...] A esto llamo el
fetichismo que se adhiere a los productos del trabajo, no bien se los
produce como mercancías, y que es inseparable de la producción
mercantil».
«El
carácter enigmático» de la forma de mercancía consiste, entonces,
en que apareciendo en el «mundo de las mercancías» (nivel
fenoménico por excelencia), como forma de manifestación del
capital, el valor como mercancía, la existencia del valor en dicha
cosa, es atribuible a la mercancía, o al capital, ya autonomizado de
toda relación con el trabajo vivo y determinado por la forma social
que adopta al ser subsumido por el mismo capital. Y esto porque la
mercancía que aparece en el mercado (la «forma de mercancía» del
capital) es capital; es uno de los modos de existencia del capital.
b)
Carácter fetichista del dinero
«La
forma del dinero es exterior a la cosa misma, y por tanto mera forma
de manifestación de relaciones humanas ocultas detrás de ella». De
otra manera, el dinero no es sino una mercancía cuyo valor de uso es
el equivalente general de los valores de cambio de las demás
mercancías. La «forma de dinero» del oro no es inherente a las
cualidades físicas del oro, sino a una determinación
histórico-social que lo constituye como dinero (o como la medida y
equivalente general de todos los otros valores de cambio ). Pero el
dinero (oro, por ejemplo) es la única mercancía que no debe
«realizarse», en abstracto (es decir, venderse: convertirse en
dinero), porque ya es dinero, y siendo el dinero la forma de
manifestación más próxima al ser del capital, es aquella
determinación o forma de capital que por naturaleza aparece como el
fetiche en cuanto tal.
c)
Fetichización del trabajo como trabajo asalariado
El trabajo vivo, entonces, se enfrenta al capital que es
visto como un Poder en sí, como valor, y no como trabajo
materializado. De manera que el trabajo vivo es dominado por el
trabajo pasado objetivado sin necesidad de medio coactivo alguno. La
subsunción del trabajo se realiza, primero formalmente por medio de
la manufactura (donde el trabajo como trabajo guarda las
características anteriores ), y posteriormente de manera real o
material (por medio de la maquinaria misma).
El trabajo subsumido en el capital, el trabajo como
capital, es ahora una forma de aparición del capital (siendo en
realidad la propia fuente creadora del valor) y, por ello, «si el
trabajo (vivo) se identifica con el trabajo asalariado» 44, el
trabajo se ha fetichizado para el trabajador mismo; para él mismo es
una mercancía.
Pero la fetichización de la capacidad o fuerza de
trabajo es de naturaleza totalmente distinta que la de las otras
determinaciones. Se produce cuando se «separa» o no se relaciona
(se absolutiza) la capacidad o fuerza de trabajo con el trabajo vivo
como tal. El propio trabajo vivo, en su uso, como fuerza de trabajo,
produce su salario en el «tiempo necesario»; es decir, es la fuente
del valor del salario y de la fuerza de trabajo, pero el mismo
trabajador atribuye al dinero recibido como salario la fuente de su
reproducción. Además, cree que la totalidad de su trabajo
objetivado es igual al salario (confundiendo trabajo vivo con
capacidad de trabajo o trabajo asalariado; o creyendo que el trabajo
vivo tiene valor y no la sola capacidad o fuerza productiva), de
donde la fetichización del valor es posible. La fetichización del
trabajo ante los ojos del trabajador mismo es el constituyente
subjetivo de la fetichización del valor, del capital como tal.
d)
Carácter fetichista de los medios de producción
El monstruo, el fetiche, tiene vida procedente del
trabajo vivo, pero, aun cuando muere, conserva la inmortalidad de su
alma. Es el cuerpo de la máquina el que muere (su materialidad),
pero su alma (el valor) transmigra (circula) aun en el caso del
capital constante o fijo.
e)
Fetichización del producto
En una forma social donde el trabajo tiene un carácter
social, es decir, donde la socialidad del trabajo le viene otorgada
por el hecho de que sus productos privados son sólo mercancías para
un mercado (y el mercado otorga la socialidad al producto y al
trabajador privado), el producto se fetichiza.
El producto pareciera poseer valor en sí mismo, como
cosa, pero además, en el capital, el valor del producto parecería
ser diverso al precio en el mercado del mismo producto. La ganancia o
la diferencia entre el valor del precio de costo del producto y el
valor expresado en dinero (precio final) en el mercado se produciría
por la venta del producto por sobre su valor. Para ello habría que
atribuir, por una parte, valor al producto como cosa autónoma, y
constituir el mercado como causa de nuevo valor (fetichización de la
circulación con respecto a la producción). La circulación crearía
valor.
El producto tiene un valor: lo invertido en dinero en
los medios de producción y en salarios, y el plusvalor creado en el
tiempo de plustrabajo impago.
La
fetichización del producto, entonces, consiste en creer que el
precio de costo (lo gastado en dinero por el apital
para producir el producto; para el capitalista, su valor) es igual al
valor del producto (como sale de la fábrica), y de esta manera se
«oscurece y mistifica [se fetichiza] por entero, y desde un
principio el verdadero origen del plusvalor [...], el propio
plusvalor aparece como surgiendo del capital global. La fetichización
del trabajo asalariado produce la fetichización del producto y de la
ganancia, y todo por la «desaparición» del plusvalor en la
producción.
Si el producto fuera el fruto de un trabajo comunitario,
sería transparente: producto de trabajo y para las necesidades
humanas de los trabajadores en comunidad. No habría fetichización,
ni plusvalor, ni plustrabajo. Y el objetivo sería trabajo consumido.
Si el producto, en cambio, es fruto de un trabajo
social, se encuentra la misteriosa oscuridad del fetiche: producto de
un trabajo privado y como mercancía (producto para el mercado) y por
ello oculta el plustrabajo, y la ganancia pareciera ser una relación
del «capital como relación consigo mismo». La fetichización del
capital (del valor) funda la fetichización del producto. Pero la
fetichización de éste pende de la fetichización de la circulación.
3.4. CARÁCTER FETICHISTA DE LA CIRCULACIÓN
«En la esfera de la circulación no (se) genera valor
ni plusvalor».
El pretender que se genera valor (como ganancia) en la
venta del producto (del pasaje de P a M, y de M a D: realización del
producto/mercancía en dinero) es justamente haber fetichizado el
valor y el producto, y por ello la mercancía, y el pensar que el
capital genera valor al vender el producto/mercancía y al realizarlo
en más dinero. Hay un nivel superficial fetichizado de la
circulación, donde pareciera que se genera la ganancia (más valor
desde el capital mismo), y se niega, se oculta el otro término de la
relación: el proceso productivo, el nivel profundo.
El capital (el valor) oculta, retira de las miradas,
lanza al proceso de producción, torna invisible el ámbito del
trabajo mismo (en la manufactura, en la fábrica, en el trabajo
capitalista de la tierra), lo torna no-fenómeno: escinde la
producción (nivel profundo invisible) de la circulación (nivel
superficial visible). La invisibilidad del origen, de la realidad y
explicación de los fenómenos visibles permite la fetichización del
valor (del capital): es el fundamento de dicho mecanismo ideológico.
Por ello, el enigma, el misterio, la mistificación, la fetichización
de todas las determinaciones del capital, y en especial de la
ganancia, es posible porque se sitúa todo en el mero horizonte de la
circulación. La fetichización de la circulación como horizonte
ontológico desde donde se conoce todo lo que se presenta en el
sistema capitalista es el origen del mecanismo de ideologización de
la economía política capitalista. Esto lo vio claramente Lukács.
Al ignorarse el proceso de producción (donde se crea el plusvalor),
se absolutiza la circulación. La totalidad del capital y la
circulación ha negado la exterioridad del trabajo vivo y la
producción.
3.5. CARÁCTER DE FETICHIZACIÓN PROGRESIVA DEL PROCESO
DE VALORIZACIÓN
El proceso de fetichización es progresivo. Hay menos
fetichización en los niveles más profundos ( o menos supediciales)
de la producción; hay más fetichización en los niveles más
superficiales de la circulación.
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