miércoles, 24 de julio de 2013

Resumen MARX - EL CAPITAL Capitulo XI

CAPITULO XI
COOPERACION
El operar de un número de obreros relativamente grande, al mismo tiempo, en el mismo espacio (o, si se prefiere, en el mismo campo de trabajo), para la producción del mismo tipo de mercancías y bajo el mando del mismo capitalista, constituye histórica y conceptualmente el punto de partida de la producción capitalista. En lo que respecta al modo de producción mismo, por ejemplo, en sus comienzos la manufactura apenas se distingue de la industria gremial del artesanado por el mayor número de obreros que utiliza simultáneamente el mismo capital. El taller del maestro artesano no ha hecho más que ampliarse. La diferencia es meramente cuantitativa.
La masa del plusvalor producida por un capital determinado era igual al plusvalor que aporta cada obrero multiplicado por el número de los obreros utilizados simultáneamente.
La jornada laboral conjunta de un número relativamente grande de obreros ocupados simultáneamente, [393] es en sí y para sí una jornada de trabajo social medio.
Para el productor individual la ley de la valorización no se realiza [394] plenamente sino cuando él produce como capitalista, cuando emplea al mismo tiempo muchos obreros, o sea cuando desde un comienzo, pone en movimiento trabajo social medio.
También en el caso de un modo de trabajo incambiado, la utilización simultánea de un número mayor de obreros opera una revolución en las condiciones objetivas del proceso de trabajo. Una parte de los medios de producción, se consumen ahora colectivamente en el proceso de trabajo. Los medios de producción consumidos colectivamente transfieren al producto individual un componente menor de valor, en parte porque el valor total que transfieren se distribuye simultáneamente entre una masa mayor de productos. Con ello disminuye un componente de valor del capital constante, y por ende disminuye también, en proporción a su magnitud, el valor total de la mercancía.
La economía en el empleo de los medios de producción abarata las mercancías y reduce, por esa vía, el valor de la fuerza de trabajo; y modifica la proporción entre el plusvalor y el capital total adelantado, esto es, la suma de valor de sus componentes constante y variable.
La forma del trabajo de muchos que, en el mismo lugar y en equipo, trabajan planificadamente en el mismo proceso de producción o en procesos de producción distintos pero conexos, se denomina cooperación.
No se trata aquí únicamente de un aumento de la fuerza productiva individual, debido a la cooperación, sino de la creación de una fuerza productiva que en sí y para sí es forzoso que sea una fuerza de masas.
Aunque muchos ejecuten simultánea y conjuntamente una operación igual o similar, puede ser, sin embargo, que el trabajo individual de cada uno como parte del trabajo colectivo represente fases diversas del proceso laboral mismo, recorridas con más rapidez por el objeto de trabajo gracias a la cooperación.
En muchos ramos de la producción se dan momentos críticos, esto es, ciertos períodos, determinados por la naturaleza misma del proceso laboral, durante los cuales deben alcanzarse determinados resultados del trabajo. La cantidad y calidad del producto dependerán de que la operación comience en cierto momento y finalice en cierto momento. El espacio de tiempo que debe insumir el proceso de trabajo aquí está predeterminado. El efecto producido a tiempo depende aquí de la aplicación simultánea de muchas jornadas laborales combinadas; el volumen del efecto útil depende del número de obreros, siempre menor, sin embargo, que la cantidad de trabajadores que actuando por separado efectuarían el mismo volumen de trabajo en el mismo espacio de tiempo.
La cooperación permite, de una parte, extender el ámbito espacial del trabajo, y de ahí que en ciertos procesos de trabajo la vuelva necesaria la mera interconexión espacial del objeto de trabajo. De otra parte, brinda la posibilidad de restringir en lo espacial, conforme a la escala de la producción, el territorio en que la misma se desarrolla.
La jornada laboral combinada produce una masa mayor de valor de uso y reduce, por ende, el tiempo de trabajo necesario para la producción de determinado efecto útil. En el caso dado, ya sea que la jornada laboral combinada obtenga esa fuerza productiva aumentada porque acrecienta la potencia mecánica del trabajo, o porque amplía el campo espacial de acción de este último, o reduce espacialmente el campo de producción en proporción a la escala de ésta, o porque en el momento crítico aplica mucho trabajo en poco tiempo, o estimula la emulación de los individuos y pone en tensión sus espíritus vitales, o imprime a las operaciones análogas de los muchos obreros el sello de lo continuo y polifacético, o ejecuta simultáneamente diversas operaciones, o porque economiza los medios de producción en virtud de su uso colectivo, o confiere al trabajo individual el carácter de trabajo social medio; en todas estas circunstancias la fuerza productiva específica de la jornada laboral combinada es fuerza productiva social del trabajo, o fuerza productiva del trabajo social. Surge de la cooperación misma. En la cooperación planificada con otros, el obrero se despoja de sus trabas individuales y desarrolla su capacidad en cuanto parte de un género.
La concentración de masas mayores de medios de producción en las manos de capitalistas individuales es, pues, condición material para la cooperación de los asalariados, y el volumen de la cooperación o la escala de la producción depende del volumen de dicha concentración.
Con la cooperación de muchos asalariados, el mando del capital se convierte en el requisito para la ejecución del proceso laboral mismo, en una verdadera condición de producción.
El motivo impulsor y el objetivo determinante del proceso capitalista de producción, ante todo, consiste en la mayor autovalorización posible del capital, es decir, en la mayor producción posible de plusvalor y por consiguiente la mayor explotación posible de la fuerza de trabajo por el capitalista. La dirección ejercida por el capitalista no es sólo una función especial derivada de la naturaleza del proceso social de trabajo e inherente a dicho proceso; es, a la vez, función de la explotación de un proceso social de trabajo, y de ahí que esté condicionada por el inevitable antagonismo entre el explotador y la materia prima de su explotación.
El capitalista no es capitalista por ser director industrial, sino que se convierte en jefe industrial porque es capitalista.
Su cooperación no comienza sino en el proceso de trabajo, pero en el proceso laboral ya han dejado de pertenecerse a sí mismos. Al ingresar a ese proceso, el capital se los ha incorporado. En cuanto cooperadores, en cuanto miembros de un organismo laborante, ellos mismos no son más que un modo particular de existencia del capital. La fuerza productiva que desarrolla el obrero como obrero social es, por consiguiente, fuerza productiva del capital.
Así como la fuerza productiva social del trabajo desarrollada por la cooperación se presenta como fuerza productiva del capital, la cooperación misma aparece como forma específica del proceso capitalista de producción. Se trata del primer cambio que experimenta el proceso real de trabajo por su subsunción bajo el capital. Su supuesto, la ocupación simultánea de un gran número de asalariados en el mismo proceso de trabajo, constituye el punto de partida de la producción capitalista. Dicho punto coincide con el momento en que el capital comienza a existir. Si bien, pues, el modo capitalista de producción se presenta por una parte como necesidad histórica para la transformación del proceso de trabajo en un proceso social, por la otra esa forma social del proceso de trabajo aparece como método aplicado por el capital para explotar más lucrativamente ese proceso, aumentando su fuerza productiva.

La cooperación sigue siendo la forma básica del producción capitalista, aunque su propia figura simple se presente como forma particular junto a otras más desarrolladas. 

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